Saturday 5 December 2009

Rienda suleta

Es aburrido lo de retirarse voluntariamente durante un tiempo para buscar algo que nunca se habia perdido.
Pero tambien es enriquecedor, porque en la ausencia de uno mismo, siempre se encuentra algo nuevo.
Como si de una isla de todo menos desierta se tratase, ese lugar al que es bueno peregrinar de vez en cuando, te devuelve a los origenes que tan facil es perder de vista cuando las circunstancias son mas fuertes que la voluntad.
La marea termina por devolverte a la playa que un dia pensaste no volver a pisar; y descubres sin asombro que tus huellas estan intactas en la arena tostada.
Las aguas marinas de mi oceano, queriendo imitar a la noche en su belleza y misterio, respetaron mi recuerdo, y los vientos, nunca en tregua, luchando entre ellos quien sabe que violenta batalla, no aplacaron las ansias de mi bandera por ondear orgullosa en el horizonte.
Mi botella, medio llena, aun guarda el elixir del olvido con el que en el pasado jugue a evadirme y hoy me sirve para celebrar el regreso al presente. Al aqui y ahora.
En este planeta que no se cansa de parir a cinicos y a hipocritas; en esta tierra de mentiras disfrazadas de verdad, donde tambien existen besos interminables como las noches de Serezade, como el tormento de Verlaine...
En este pais de donde partieron barcos repletos de convictos desterrados, condenados al olvido y al trabajo de sol a sol en una plantacion destinada a proveer de azucar y tabaco a la ya por entonces vieja Europa...
Aqui, en esta Europa en donde no desfallecen las ansias de acomular lo inservible, ni la torpeza de deshacernos de lo unico que tiene valor. Donde las palabras juegan a tener sentido, pero siempre nos dejan a medio camino entre lo que es y lo que puede ser.
Aqui, donde los reyes son de papel, y las doncellas duermen con dragones mientras los caballeros de la radiante armadura relatan sus penas en terapia de 3 a 6.
Estoy aqui. En tierra de nadie y de todos. En tu territorio, ya conquistado, por el que cruce como caballo de Atila, deshaciendo tambien tus nudos gordianos que ya no suscitan deseo de ser desatados.
Solte el lastre de mis miedos; los vuestros ya no me quitan el suegno, si es que algun dia lo hicieron.

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