Se huele en el ambiente que el verano esta en sus ultimas. Ya no viene esa brisilla caliente que te acaricia la piel mientras te intentas escapar de los ruidos de la ciudad.
Aunque las chicas inglesas rehusan guardar la minifalda y sacar las medias del armario, lo cierto es que yo ya no me atrevo a salir de casa sin el abrigo. Supongo que dentro de muy poco tendre que agnadir el resto de complementos: bufanda, guantes...
Si no fuera porque me da pereza esperar 9 meses la llegada del proximo verano, me gustaria prolongar esta estacion, con sus incitaciones al chocolate caliente, a las reuniones de amigos que se escapan del frio y se refugina en un pub a pasar la tarde, a la luna clara sobre un cielo limpido de borrasca y todo lo que evocan las mantas y los libros esperando a ser leidos al cobijo de un fuego lento.
No se de donde viene esta nostalgia por los colores del Otogno pero hoy me desperte agnorando mi montagna desprendiendo ese olor tan mio a flores presumidas besando el rocio.
Echo de menos el paseo del rio cuyas aguas van bajando las temperaturas de las rocas que se esconden bajo sus ondas dulces y arrastran hacia otras orillas a las hojas que se despiden del arbol para ver el mundo.
Si me concentro, puedo escuchar el viento que me llama y me busca. Yo, que tambien le quiero, le hago navegar el cielo para encontrarme a un oceano de distancia, mojando las puntas de mis dedos en las plamas de la lluvia que cruje bajo mis botas nuevas.
Y juntos sognamos a vivir esta vida que nos hace complices en todo los actos que cometemos. Y juntos aprendemos a volar sin alas, adentrandonos en un nuevo dia que promete y proclama un nuevo mundo.
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