Tuesday, 10 August 2010

Todo tiene sentido

Nada de frentes marchitas ni de escarchas rajando el ruido de lo cotidiano, penetrando en todos los huesos de las pequeñas y grandes cosas que forman mi universo.
Nada de nubes con sus telones de agua condensada escureciendo el cielo enorgullecido de estrellas.
Nada de fachadas tristes y secas, como la personalidad de la gente que cree haberlo visto todo sin haber salido a conocer mundo.
Nada de melancolia en una tierra ahogada por la luz del sol, bañada por ramitos de flores silvestres en dode bailan mariposas multicolores, siempre joviales, livianas, ajenas a la muchedumbre de pensamientos que las observan ociosos.
Nada de tiempo escurriendose por las manillas de un reloj acosador, fustigador, explotador y tirano. Las sombras aqui sirven para contar leyendas, no para borrarlas de memorias nunca demasiado ancianas para recordar con orgullo que bajo esta carretera de asfalto ardiente un dia hubo un camino de tierra en donde se cruzaban destinos para nunca mas separarse.
Nada de ruidos ruidosos. Aqui la voz cantante la lleva el rio saltarin, travieso y jugueton, señorial cuando la ocasion lo requiere, que enamora a las parras doblegadas por el fruto de su vientre que caen rendidas a su paso.
Nada de noches tristes. La luna en el mar no riela, pero gime el viento de placer al ser acariciado por las ramas del nogal centenario que tantos secretos conoce.
Nada de modas que no conducen a bellezas ficticias. En esta tierra ruje el ruiseñor, canta el gallo, no para despertar al labriego que lo alimenta, sino para que sepamos que es.
Aqui la materia es, no sueña a convertirse, no obstruye los deseos, no constriñe nuestros pasos, no se impone a nuestra voluntad. Nos mece desde la cuna, nos impulsa, nos apoya y nos guia. Nos protege, como siempre lo hizo, de la vanidad, de la invasion de enemigos que quisieron achantar, menospreciar y amedrentar esta fuerza que poseemos heredada del sabio tiempo que en este reino gobierna a su antojo y sin prisas, poniendo a cada uno en su lugar.
Que luchen los mouchos por mantenerse despiertos y vuelen las meigas sus escobas sobre los acantilados que retienen la furia de Neptuno, alla a donde acaba el mundo.
Que se olviden las animas del camino al camposanto donde reposan sus miembros que un dia rondaron por los vastos montes y los deliciosos valles.
Que canten los fados desde el otro lado de la frontera y se le escapen unas notas a la gaita, unas risas la pandereta y unos kilos a los pies para celebren livianos....celebrar que estamos y somos.
Atragantarse de este aire, saciarse de sus frutos... Se me vienen a la memoria los versos de Federico...Verde que te quiero verde... Y por fin todo tiene sentido.

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